De
hecho, la indignación de los ciudadanos aumenta exponencialmente, pues de los
1.900 imputados que se contabilizan por casos de corrupción, sólo han sido
condenados 170 y, de ellos, sólo 30 se encuentran en la cárcel, bueno,
realmente 29 porque Jaume Matas ya se encuentra en tercer grado penitenciario después
de pasar 3 meses en la cárcel en el módulo de ingresos y varias causas
judiciales pendientes.
TRUCO O TRATO
Tampoco
me queda claro si robar varios millones de euros e ir a la cárcel un par de
años es un castigo o un premio, porque al final, por un lado, nadie devuelve el
dinero (con lo cual es un buen salario
en poco tiempo) y, por otro, las
cárceles españolas parecen resorts de lujo, véase el caso de la cárcel de
Estremera que tiene piscina, jardines y biblioteca con acceso a internet y
otras prebendas, imagino que incluso las celdas son Junior Suites con jacuzzi, vistas
panorámicas y todo tipo de complementos.
Por
si fuese poco, no hay un reintegro o restitución de los patrimonios ilegalmente
sustraídos al erario público, ni intención de hacerlo. De hecho, ni siquiera
hay reconocimiento del delito o, si lo hay, no hay muestras de arrepentimiento
(sólo basta con ver el caso de las tarjetas black o de la alcaldesa de
Alicante). Además de que no se reintegran los fondos obtenidos ilegalmente,
cuando el imputado se encuentra acorralado y no le queda otra que reconocer el
delito, primero reconoce el menor de todos para dejar al margen el resto de los
cometidos, segundo evitan dejar su cargo político hasta que no les queda otra,
tercero reconocen el delito fiscal de aquello que ha prescrito pero evitan
reconocer los sobornos y comisiones fuente de la corrupción.
Algunos,
sin pudor alguno, declaran sufrir síndrome confusional y evitan declarar ante
el juez y otros, simplemente, siguen en su cargo con mirada desafiante hacia
los ciudadanos y sus compañeros de partido, sin sufrir el más mínimo bochorno.
Muy seguros de si mismos se encuentran, probablemente porque se sienten
arropados con la manta de otros, manta de la que amenazan tirar.
Es
tal el clima social que algunos jueces comienzan a ordenar el ingreso en
prisión para aquellas personas condenadas a menos de 2 años para evitar el
escándalo social que se puede vivir y que puede resquebrajar los pilares de
nuestro sistema legal.
DELITO FISCAL O
BLANQUEO DE CAPITALES
Una
pregunta que hago a algunas personas es si es más grave no pagar impuestos o saquearlos,
es decir, es peor no ingresar el dinero en las arcas públicas o llevárselo del
erario a manos llenas para enriquecimiento personal de algunos o simplemente
para hacer obras faraónicas que contribuyan a que algunos políticos pasen a los
anales de la historia.
Creo
que dentro de nuestra cultura, como país y como sociedad, tenemos muy arraigado
que es mucho más grave robar que dejar de pagar, no hay más que ver el castigo
con que se paga la morosidad, en algunos casos ninguno. De hecho, las fuerzas
de seguridad del Estado persiguen a quienes retraen el patrimonio de otros pero
no a quienes dejan de pagar lo que deben, eso al menos no se persigue
penalmente, suele ser un tema civil o administrativo.
Aquí
nace el problema, pues se critica al ladrón pero no al gorrón, y dentro de los
ladrones, se penaliza más al robaperas que al ladrón de cuello blanco. La
complejidad en el delito conlleva un premio mayor, pues la posibilidad de
condena se reduce.
Aunque
parezcan delitos similares, la realidad es que el delito fiscal se comete
cuando en un ejercicio se defrauda a la hacienda pública un importe superior a
120.000€, lo que conlleva pasar de una sanción administrativa a un proceso
penal. Sin embargo, el blanqueo de capitales, la corrupción, el tráfico de influencias
y otros similares están tipificados dentro del código penal con penas mucho más
elevadas que el delito fiscal.
De
hecho, el blanqueo de capitales consiste en la introducción de fondos
monetarios en el circuito del sistema financiero mediante la articulación y
estructuración de operaciones que buscan disfrazar el origen de dicho dinero,
sus propietarios reales y la ubicación de los capitales, permitiendo la
integración de dichos fondos en la sociedad mediante bienes con apariencia
legítima.
Admitir
el blanqueo de capitales supone admitir el origen delictivo del dinero, ya sea
por corrupción, tráfico de influencias, cohecho, o una mezcla de todo, lo que
supone, en la práctica, enfrentarse a penas de cárcel muy superiores y a varias
causas judiciales en paralelo.
Por
otra parte, el fraude fiscal puede ser un delito cometido en solitario, pero
los otros cargos, conllevan casi necesariamente la existencia de sistemas
piramidales organizados que pivotan sobre las estructuras y centros de poder
político y que involucran a muchas personas simultáneamente, lo que asemeja a
comportamientos delictivos como los de una mafia o banda criminal.
Es
tal el sentimiento de impunidad que tienen que en algunos casos, van dejando
pruebas y rastro de los actos delictivos cometidos, convencidos de que están
por encima de los demás y que como hay otros implicados, la amenaza de tirar de
la manta va a cerrar muchas bocas poderosas.
EL VIAJERO SIN BILLETE
Todos
conocemos a personas que se aprovechan del esfuerzo de los demás, y que ante la
complacencia de todos, hacen lo que les da la gana. Recuerdo un compañero de
clase que siempre que íbamos a tomar unas cervezas en grupo, era el que pedía
para él la bebida más cara, las marcas más prestigiosas y los pinchos más
exquisitos, mientras que los demás íbamos simplemente a tomar un café en un
descanso entre clases. El problema que todos comentábamos era que la factura
del bar se pagaba con un bote que poníamos a escote entre todos y, este
individuo, en varias ocasiones había olvidado su cartera en casa. Al final, por
educación, terminábamos pagando los demás las consumiciones de este individuo
que ya apuntaba maneras, no sé dónde trabajará ahora, pero probablemente esté
repitiendo ese tipo de comportamientos en su entorno mientras que nadie le pare
los pies.
En
nuestra sociedad, aunque cada vez se condena más el fraude fiscal, se sigue
tolerando a quienes no pagan impuestos, a veces un familiar o simplemente
nosotros mismos cuando evitamos pagar el IVA. Bien es cierto que la voracidad
del Estado está favoreciendo este tipo de prácticas ya que al final siempre
somos los mismos los que pagamos la factura fiscal.
Todo
lo anterior, sirve de alimento a una sociedad civil más defraudada con el
sistema y sus dirigentes, muchos de
ellos han perdido hasta la vergüenza y, mientras tanto, me pongo a pensar en el
canto de sirena de Podemos y veo, con sorpresa que su discurso cala a fondo
conforme se van aireando nuevos casos de corrupción. Mucha gente piensa que es
el gran y ansiado “mirlo blanco” que va a resolver, de un plumazo y de la noche
a la mañana todos nuestros problemas como sociedad y como ciudadanos.
¿EL FIN DEL
BIPARTIDISMO?
El
PP, PSOE e IU, por su parte, están en caída libre, y lo que están haciendo,
cara a la galería, para salvarse es dinamitar de forma controlada aquellas
partes o representantes del partido que se encuentran gangrenadas antes de que
el resto del cuerpo se vea indefectiblemente afectado por la enfermedad. El
problema es que, el cáncer que sufren los principales partidos políticos, está
en fase IV y situación de metástasis con bajas probabilidades de supervivencia
y pronóstico letal.
Según
la última encuesta del CIS, el partido de Pablo Iglesias (PODEMOS) se
convertiría a día de hoy en la primera fuerza política por intención de voto
directa con un 27% (según Metroscopia) frente al resto de partidos que tendrían menor
porcentaje. Parece ser, que ante estos resultados, el CIS ha pospuesto una semana
su barómetro de octubre, y cabe preguntarse por qué hace esto si no es por el
revuelo social que genera este dato y por el nerviosismo político que despierta entre los tres partidos
históricos de la democracia (PP, PSOE e IU), que comienzan a preocuparse
seriamente ante el más que probable resultado de las próximas elecciones
generales, si alguien no lo impide. Una simple reflexión recordando a Chicote,
me hace pensar que tal vez se estén cocinando los resultados del CIS para
evitar un escarnio político y público que avergüence (si es que se puede
más) a los partidos políticos ante la
ciudadanía y ante el resto de gobiernos europeos y del mundo. Sólo falta que el
pequeño Nicolás esté de jefe de cocina, mediando
en los resultados de dicha encuesta, tampoco me extrañaría mucho con lo que
estamos viendo.
En
este contexto, los partidos tradicionales han perdido su capacidad de seducción
y ven cada vez más difícil seguir convenciendo al ciudadano para que les vote,
pues la gran mayoría de todos nosotros estamos hartos de que unos pocos metan
sus manos en nuestros bolsillos y los de las próximas generaciones para llenar
los suyos y los de sus allegados.
BUSCANDO POLÍTICOS
HONESTOS Y PREPARADOS
Si
los actuales partidos fuesen de cultura samurái, pondrían en marcha el
“harakiri” para salvar su honor, pero difícil es que quien vive del sistema
acometa un proceso de catarsis y regeneración que suponga el suicidio político
colectivo de los que ahora están para ser sustituidos por savia nueva y fresca
que no esté infectada por los males endémicos del sistema.
Cualquiera
puede aspirar a desempeñar un cargo político, a servir a los ciudadanos, pero
no cualquiera está capacitado técnica ni moralmente para ello. Al igual que
ocurre en el mundo empresarial, debería haber mecanismos de selección y
reclutamiento de todos aquellos que vayan a engrosar las listas electorales de
los partidos, con un buen curriculum (no digo brillante) acorde a las funciones
y competencias que debe tener para el puesto político.
No
se puede ser honesto y decente porque lo diga una ley, los partidos no pueden
esperar acabar con la corrupción con un gran desarrollo legislativo, pues el
político debería ser fiable y ejemplar, algo que nace de la educación de cada
uno y no de la imposición mediante sistemas punitivos o coactivos que, como
podemos observar, no funcionan en la práctica.
Puestos
a soñar con un modelo político mejor, aunque no creo que sea posible alcanzar
la tolerancia cero en el ámbito de la corrupción, si es posible, a largo plazo,
desarrollar programas de educación en la escuela, de concienciación en la
sociedad y de control por parte de las instituciones, que permitirían reducirla
en gran medida. Mientras tanto, en el corto plazo, creo que podrían articularse
mecanismos de headhunting profesional estableciendo sistemas de reclutamiento y
selección similares a los de las empresas más exigentes del mercado, buscando
como Juan Valdés, el mejor grano que dé el mejor café, sin embargo, mientras no
cambiemos el sistema electoral y el modelo de partidos políticos de la
transición del 1975, la Transición 1.0, no seremos capaces de transformar
nuestro modelo de Estado.
La
vida política se ha profesionalizado de una forma tal que se ha convertido en
el modo de vida de muchos y en el instrumento para enriquecerse de otros, todo
basado en que el dinero público no es de nadie y si falta se suben los
impuestos sin pudor alguno. Si aceptamos que hacer política pueda ser una
profesión y debe estar bien pagada (que en muchos casos ya lo está), como
ocurre con los altos directivos de las multinacionales, entonces debemos exigir
que los que se presenten a las elecciones, lo hagan con listas abiertas y que
tengan las competencias y habilidades adecuadas a su profesiograma político, así
como los conocimientos técnicos adecuados para gestionar la maquinaria del
Estado, por ello, sería deseable que cada político pase por un proceso de
selección y reclutamiento al igual que en las empresas y que su mandato pueda
ser revocado en cualquier momento en vez de esperar 4 años.
El
que haya muchos políticos que desde sus inicios trabajen para el partido, que
no sepan lo que significa hacer la cola del paro, echar CV durante meses sin
recibir una llamada, formarse para mejorar, no haber trabajado en una empresa
privada, en definitiva, no haber pasado por lo que pasa un ciudadano normal y
corriente, les sesga su capacidad de acercarse a las necesidades del ciudadano
y los pone en un plano superior donde piensan que todo vale y que son los
titiriteros que con sus hilos nos manejan a todos a su antojo.
HACIA LA TRANSICIÓN 2.0
De
la misma forma que a un economista, un médico, un odontólogo o un ingeniero, le
exigimos una formación y un título oficial que certifique mínimamente su
cualificación, deberíamos exigir a quienes nos dirigen que realicen una
formación específica y que tengan un certificado de conocimientos mínimos,
competencias, habilidades y honestidad demostrada.
¿Se
imaginan a un político enviando su CV a un portal de empleo especializado en
selección de políticos para partidos y sufrir los procesos de RRHH que sufren
excelentes profesionales del mundo empresarial? Aunque sea una idea algo rara
(y poco viable hoy dia), no sería mala idea que pensásemos que si realmente
queremos cambiar todo lo que no nos gusta de nuestros mandatarios, hay que
cambiar de raíz la forma de hacer política y de elegir a quienes van a marcar
el rumbo de nuestras vidas y el destino de nuestros impuestos. Necesitamos un
modelo totalmente nuevo y no más de lo mismo con otras caras, es decir, el
mismo perro con distinto collar.
Muchos
hablan de regenerar el sistema y yo hablo de resetearlo, redefinirlo y
rediseñarlo para volver a parametrizarlo con los valores del siglo XXI y volver
a rearrancarlo con el nuevo sistema operativo que llamo Transición 2.0.
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