viernes, 10 de abril de 2015

UPYD SE DESINTEGRA, EL ÚLTIMO QUE APAGUE LA LUZ

UPyD es un partido con todo su significado literal, es decir, está partido por varios sitios y no creo que ya sea posible recomponerlo pegando los trozos rotos. En los últimos meses, en general, y en las últimas semanas en particular, estamos recibiendo gran cantidad de informaciones sobre la situación de UPyD y las continuas dimisiones de dirigentes del partido, así como el abandono de grupos completos de afiliados en diferentes comunidades autónomas. Sabemos que Asturias, Aragón, Andalucía, Castilla-León y Galicia, se han separado. Valencia se ha quedado herida con la dimisión del candidato a la presidencia y quedan Madrid y País Vasco por tomar una decisión, que creo está ya tomada por el efecto dominó que supone para los demás dirigentes.
El autoritarismo, mal comprendido, de muchos dirigentes empresariales y políticos, lleva a que los empleados de las empresas busquen otras ofertas de empleo donde se encuentren más cómodos y los militantes de partidos busquen cobijo en otras alternativas políticas afines. Hay que recordar, que muchas personas se integran en un partido para aportar nuevas ideas y buscan ser escuchados y comprendidos, participando en las decisiones del partido de forma democrática. Es cierto, que con el tiempo, muchos se apoltronan y las ideas pasan a un segundo plano, pero en partidos relativamente jóvenes, la ilusión por cambiar lo que no funciona de la sociedad, es el alma del partido. Si se rompe esa ilusión, el partido joven tenderá a agrietarse por varios sitios.
Recuerdo a un empresario con el que he trabajado en muchas ocasiones, más por necesidad de facturar que por afinidad personal, que además de someter a sus empleados a continuas exigencias y caprichos sin sentido, haciéndoles trabajar en direcciones opuestas, básicamente porque la cultura de empresa es única y exclusivamente la que dicta ese empresario, sin permitir ninguna discrepancia con nadie, aunque sea constructiva y por el interés de la compañía, se trata de dictaduras empresariales que tienen escasas posibilidades de éxito salvo que el líder sea suficientemente carismático como para aunar a su alrededor todas las voluntades, basadas en la fe en su líder y no en la reflexión y crítica. Este empresario, hoy día, está en declive y apenas consigue empleados que duren más de un mes, nadie le soporta salvo un par de personas, de la vieja guardia, que cuán síndrome de Estocolmo, se mantienen, también porque no tiene alternativa en el panorama laboral español.
Este tipo de personajes, dejan su propia impronta en las organizaciones y buscan esclavizar psicológicamente al empleado anulando su capacidad de toma de decisiones y su libertad de expresión, anulando sus competencias profesionales y estimulando una sensación de miedo interno que termina devorando por dentro la propia organización. El problema es que la preparación y formación de las personas, hoy día, es muy elevada y ya es difícil argumentar decisiones sin justificación alguna, cada vez vale menos, en entornos profesionales, la famosa frase, “porque yo lo digo”.
He tenido la oportunidad de trabajar y/o colaborar con muchas empresas y empresarios, con diferentes culturas y estilos de dirección y gestión, lo que me ha enriquecido personalmente y me ha ayudado a poder transmitir a los directivos de mis programas, la esencia de una cultura empresarial y el papel del líder que puede hacer de ésta una ventaja competitiva o ser la rémora que lleve a la empresa a la ruina.
Aspectos como el trabajo en equipo, la delegación, la descentralización de la toma de decisiones o la gestión del capital humano, son asignaturas pendientes en muchos empresarios que han creado su propio proyecto y que no confían en nadie por definición personal. Igualmente, como medida de protección, muchos impiden que sus subalternos destaquen para evitar que su manifiesta capacidad de liderazgo, se vea comprometida y cuestionada.
Todos los directivos tenemos luces y sombras, la clave del buen gestor está en saber proyectar sus luces sobre la organización y sobre los clientes y no hacer lo mismo con sus sombras, para ello, una de las claves, en mi opinión, es saberse rodear de buenos colaboradores que complementen al empresario y que puedan arrojar luces en aquellos espacios de decisión donde el líder arrojaría sombras. Es decir, hay que saber delegar, algo que no todos los dirigentes están preparados. Dar órdenes y gritar al rebaño es muy fácil, lo difícil es guiarlos todos juntos hacia un destino común que esté consensuado.
Más que autoritarismo, creo que la causa de estos problemas deriva del egocentrismo de algunos líderes y el narcisismo que fluye por sus venas, pues no confían en nadie y lógicamente no saben ni sabrán trabajar en equipo, sino dar órdenes al equipo.
Una cosa es trabajar con el equipo y otra es dar trabajo al equipo, recuerdo en una gran consultora que muchos socios lo único que aportaban a los proyectos era trabajo inútil y no facturable al equipo, simplemente para mostrar su poder y para justificar horas de facturación de socio al cliente. La cultura de ordeno y mando era lo habitual y las cosas se tenían que hacer porque lo había dicho el de arriba y no se podía cuestionar aunque pareciese estúpido o una pérdida de tiempo.
Por lo que estamos viendo, UPyD está perdiendo todas sus escasas posiciones dentro del mapa electoral, a menos de dos meses de elecciones autonómicas. Como el Titanic, el agujero en el caso es de tal calibre que lo único que pueden esperar ya es que alguien les salve con los botes, porque el barco se hunde. Otros piensan que todo se puede regenerar y recomponer, que tapando las grietas se puede salvar el barco, ahí tenemos a Irene Lozano que se postula como próxima líder del partido que no sabemos si existirá en poco tiempo. Lo que es cierto es que el miedo a desaparecer y el revuelo mediático, está haciendo que cada uno busque, como en el juego de la silla, el asiento que queda libre en cualquier otro sitio.
El otro día, Tony Cantó anunció que se retiraba del teatro político y que se iba a otro tipo de teatros, posiblemente viendo que las puñaladas políticas hacen más sangre que las que recibes interpretando a Hamlet y que el circo mediático y los intereses personales, así como los egos de muchos políticos, están por encima de los intereses de los ciudadanos. Casi siempre es así, y esta es una constatación más de la pobreza intelectual y la falta de capacidad en equipo que tienen muchos políticos.
La marea de Podemos ha sido el mecanismo inicial que ha comenzado a remover el panorama político español y que ha permitido concienciar a los ciudadanos de que es posible hacer política sin ser político profesional, es decir, estamos asistiendo a unos tiempos en los que el ámbito político se ha abierto a la ciudadanía y muchos que siempre hemos sido críticos con los partidos tradicionales (sean del color que sean) y que tenemos interés en dar soluciones para crear un país mejor, vemos la ventana abierta a la participación política como ciudadanos que aportamos experiencia empresarial, conocimientos y sensatez (cada uno luego con su ideología), sobre aspectos que nos repugnan tales como la corrupción política manifiesta, la impunidad de los políticos, la profesionalización de la política, la falta de un sistema de méritos o competencias profesionales para dirigir, la falta de castigo a quien gestiona mal, el despilfarro del dinero público, el apoltronamiento en un sillón hasta la jubilación, etc, etc
En todo este proceso, aparece Ciudadanos con un posicionamiento liberal pero socialdemócrata, que empieza a ocupar el espacio electoral del centro, tanto hacia la derecha como hacia la izquierda, incluso de arriba abajo como diría Pablo Iglesias, con propuestas sensatas (aunque algunas discutibles como el tema del AVE) y que, valga la expresión, puede ser, para los náufragos de UPyD un tren que o cogen o se quedan en la estación sin oficio ni beneficio. Creo que algunos están buscando un matrimonio de conveniencia que habían negado hasta antes de las elecciones andaluzas y ahora, como políticos, cambian de rumbo y buscan arrimar el ascua a su sardina. En este sentido,
Ciudadanos y sus dirigentes, deben ser muy cautelosos recibiendo entre sus brazos todos los cargos y afiliados que llueven desde UPyD, porque independientemente de su honradez y sus buenas intenciones, puede ocurrir que muchos de ellos lo único que busquen es saltar al bote que les salve del hundimiento de su partido, aferrándose así a sus tronos y arrastrando con ellos a otros militantes de Ciudadanos que no tienen la culpa de nada y mermando el volumen de votos que pueden obtener.
Entiendo, que en el momento actual, de auge de Cs y de próximas elecciones, a nadie le puede amargar un dulce, es decir, tener más presencia política a nivel municipal o autonómico y garantizar así más votos, pero ese mismo dulce te puede aumentar los niveles de azúcar y generar un problema serio de diabetes en las próximas Elecciones Generales. Puede ser una buena táctica a corto plazo pero una mala estrategia a largo.
Lógicamente, tras meses intentando buscar un pacto entre UPyD y Ciudadanos, fallido por la falta de acuerdo de las cúpulas, este pacto implícitamente, se está realizando desde las bases pero creo que buscan el beneficio personal de aquellos dirigentes de UPyD que están o van a estar destronados para perpetuarse en lo que ya es su nueva profesión. En este sentido, lo que creo es más sensato es la actitud de Tony Cantó que ha dado por finalizado un ciclo y comienza de nuevo en su profesión, algo que no pueden hacer todos los que se dedican a política.
Cuando alguien habla del partido de Rosa Diez en vez de hacerlo de UPyD, automáticamente está asumiendo (como el colectivo general) que es un partido personalista, basado única y exclusivamente en la voluntad de su líder, lo que vertebra las decisiones de dicho partido a los deseos de la líder, y proyecta una imagen de totalitarismo interno cuando surgen discrepancias entre los militantes y dirigentes con el líder,  que no es bueno para nadie, independientemente de que sea cierto o no, aunque, a la vista de las últimos sucesos, parece evidente.
Es lo que tiene dirigir un partido, al igual que una empresa, personalista, la diferencia es que el partido político no es propiedad de nadie y su esencia se apoya en las ideas de todos aquellos que lo conforman, dirigidos por un líder que debe apoyarse en la voluntad de los suyos y de los ciudadanos. En una empresa, si el líder es el accionista mayoritario, tiene mucho más poder y capacidad de maniobra para tomar decisiones autoritarias y totalitarias, al final, los mercados le darán o le quitarán la razón.
Va a llegar un momento en el que la misma Rosa Diez se va a tener que expulsar a sí misma como los samuráis cuando hacían el Hara-Kiri como muestra de honor, pero ya no le va a quedar nadie en el partido y será la última que tendrá que apagar la luz y cerrar la puerta.
Ojalá me equivoque, porque UPyD ha sido un partido que ha despertado mucha simpatía por una buena parte de la sociedad y, aparentemente, ha estado libre de corrupción, pero se está pudriendo por dentro y el cáncer se ha convertido en metástasis en fase terminal. En Mayo veremos lo que ocurrirá, pero todo hace pensar que no llega vivo a esas elecciones. Mientras tanto, Albert Rivera está viendo la procesión desde el balcón e incluso puede que cante una saeta para los desamparados.