Aquí pongo mi último artículo publicado en prensa
La economía europea comienza a
mostrar signos de ralentización a la espera de los posibles efectos negativos
de la política arancelaria de D. Trump, y es que uno de los principales ejes
del comercio internacional afirma que la situación más beneficiosa para los
países, en su actividad comercial, se alcanza a través del libre comercio,
eliminando políticas proteccionistas, por la que cada país se especializa en la
producción de aquello para lo que tiene ventajas comparativas. Lamentablemente,
los modelos económicos no explican suficientemente las complejidades del mundo real.
Las políticas arancelarias son medidas
claramente contractivas para la economía debido a sus efectos sobre el consumo,
empleo, inversión y exportaciones netas. Peor aún, si además, como consecuencia
de las mismas, los países toman represalias imponiendo nuevos aranceles, algo
mutuamente destructivo para todos. No obstante, el país que mejor juegue sus
cartas, será el que obtenga mayores réditos económicos de esta guerra.
Actualmente, los tres grandes
protagonistas del comercio internacional son Estados Unidos, China y la Unión
Europea. Según datos de Eurostat, en términos de cuota de importaciones sobre
el total mundial, lidera EEUU (17,6%) seguido de EU-28 (14,8%) y China (12,4%),
mientras que en exportaciones está China (17%), UE-28 (15,6%) y EEUU (11,8%).
Según la misma fuente, el
comercio exterior de mercancías de la UE-28 en 2017 alcanzó los 3,74 billones
de euros de los que EEUU importó de la UE-28, en 2017, mercancías por valor de 375.459
millones de euros (representa el 20% de las exportaciones de la UE-28) y
exportó por valor de 255.483 millones de euros (13,8%), lo que implica un
déficit comercial de 120.000 millones € que Donald Trump pretende corregir para
alterar la tendencia.
En esta línea, EEUU está llevando
a cabo, en los últimos meses, una política comercial beligerante contra sus
principales socios comerciales como Canadá, México, China y la UE. Se trata de
un paquete de medidas proteccionistas de las que la más conocida es la
imposición de aranceles de hasta el 25% sobre las importaciones de acero y
aluminio.
EEUU es el segundo exportador
mundial y el primer importador, los países de los que más importa son China,
Méjico, Canada, Japón y Alemania y aquellos a los que más exporta son precisamente
estos mismos. El problema se basa en que con todos ellos mantiene un importante
déficit comercial que está creciendo en los últimos años.
En el caso de la EU-28, las
principales exportaciones las realiza a EEUU (20%), China (10,5%), Suiza (8%),
Rusia (4,6%) y Turquía (4,5%). En cuanto a las importaciones destacan China
(20,2%), EEUU (13,8%), Rusia (7,8%), Suiza (5,9%) y Noruega (4,2%).
En este sentido, el efecto sobre
la UE de dichos aranceles es relevante y está valorado en 6.400 millones de
euros por lo que ya ha anunciado aranceles del 25% sobre 200 productos que
importa de EEUU, lo que supone una penalización de 2.600 millones de euros,
insuficiente para compensar lo que está en juego. Además, la UE tiene un
problema añadido y es que, aunque la exportación de acero a EEUU representa un
15% del total, la reducción de las exportaciones como consecuencia del arancel
generará un mayor clima competitivo en una Europa que tiene exceso de capacidad
productiva, lo que conllevará a guerras de precios internas, algo poco
deseable.
Por si fuera poco, además de los
aranceles de EEUU a otros productos alimentarios de Europa, en los últimos
días, y cuando parecía que se iba a llegar a un acuerdo, Trump ha anunciado
aranceles del 25% a la importación de vehículos de la UE, otra partida
relevante. En los vehículos, mientras que la UE aplica un arancel del 10% a los
americanos, EEUU sólo aplica el 2,5% y como consecuencia compañías como General
Motors decidieron abandonar el mercado europeo ante una escasa cuota de mercado
y la ausencia de beneficios. Visto así, parece que la relación comercial está desequilibrada
a favor de la UE donde el país que mayor riesgo corre es Alemania pues el 25%
del valor de las importaciones de EEUU a Alemania son vehículos y repuestos que
representan un valor de 28.000 millones de $, nada desdeñable y que explica por
qué la UE se está poniendo nerviosa mientras que Trump juega bien sus cartas.
Sin embargo, los tiempos que
manejan nuestros políticos en Europa a la hora de analizar, negociar y firmar
acuerdos no tienen nada que ver con la mentalidad ejecutiva de los
norteamericanos, que buscan decisiones rápidas y rentables, ya que tienen muy
interiorizado el concepto de que el tiempo es dinero y, si hablamos de Trump,
empresario millonario, dilatar el proceso de negociación seguramente le pondrá
irascible, acostumbrado a descolgar el teléfono y que sus órdenes se cumplan de
inmediato.
Una guerra comercial a varias
bandas como la que está organizando Trump no interesa a nadie salvo al propio
Trump que aplica el dicho de “a rio revuelto ganancia de pescadores”, todos
salimos perjudicados, sin embargo en esta batalla, los mercados parecen apostar
por Trump como se demuestra en la revalorización del dólar frente al euro en
los últimos meses como consecuencia de que unas expectativas de mejora en la
balanza comercial, genera una apreciación de la moneda, lo que a medio plazo
también es negativo para EEUU.
En un mercado global, las
restricciones y barreras comerciales terminan afectando a todas las industrias,
ya sea directa o indirectamente, por lo que esperemos que a la vuelta de estas
vacaciones nuestros políticos europeos sean capaces de llegar a acuerdos
rentables con EEUU. Ahora bien, la amalgama de intereses diversos de los países
europeos, así como las diferentes ideologías políticas, hace complejo llegar a
una solución rápida y consensuada que sea satisfactoria para todas las partes,
lo que terminará, con toda probabilidad inclinando la balanza a favor de Trump
que es quien realmente está liderando todo este proceso con consecuencias
económicas negativas para la Eurozona.
En vista de estos datos, no
parece lógico que un país, primer importador mundial, que es muy dependiente
del acero y del aluminio, pretenda que el precio de un factor de producción
suba, sino estimular un cambio en las condiciones comerciales, alterar el
status-quo, enfrentando a unos y otros, renegociando nuevos acuerdos para que
EEUU salga reforzado en comercio exterior (“Make America great again”).